“Ínfulas de Manglar” fue una exposición de arte contemporáneo realizada en Cesa Design de Guayaquil en diciembre de 2018, en la que se presentaron obras a través de las cuales podemos leer memorias y experiencias subjetivas de la ciudad. El título hace referencia a una frase del historiador guayaquileño Julio Estrada Ycaza, “Guayaquil no es más que un manglar con ínfulas de ciudad”. A partir del giro semántico de este enunciado, la curaduría realizada por Ana Rosa Valdez se centró en la figura del manglar en cuanto metáfora de las entrañas naturales de la ciudad y el pasado que pervive bajo el concreto.
El concepto surgió al pensar el sitio de la muestra, el tradicional barrio de Urdesa que colinda con el Estero Salado de Guayaquil, el cual alberga un ecosistema de manglar que ha sido contaminado por desperdicios industriales y domésticos vertidos en las aguas durante décadas. Recién a finales del siglo XX surgió un interés público por la conservación ambiental de la zona, lo cual refleja la búsqueda de un equilibrio ecológico con respecto a la fauna y vegetación endógena que sobreviven a pesar del crecimiento urbano.
Durante la época colonial, grandes extensiones de manglar fueron taladas en función de un proyecto de civilización urbana, moderna euroccidental, que se actualiza permanentemente en la visión de ciudad que promueven el gobierno municipal y gran parte de la ciudadanía en Guayaquil. La exposición intentó recuperar la visión crítica sobre este proceso civilizatorio que caracterizó al arte contemporáneo producido en la urbe durante la primera década del siglo XXI, desde nuevas búsquedas estéticas que reafirman la potencia del arte para imaginar una ciudad distinta.
Cabe resaltar que la productora de la exposición, Giuliana Vargas Cesa, concibió la muestra como un espacio de reflexión cultural y comercialización de arte. Iniciativas como ésta se requieren con urgencia en Guayaquil, una ciudad que, a pesar de contener múltiples y diversas prácticas artísticas, carece de suficientes galerías y espacios dedicados a dinamizar las economías de quienes trabajan en el medio cultural.
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Artistas participantes: Juan Caguana, Jorge Velarde, Diana Gardeneira, Stéfano Rubira, Juan Carlos Fernández, Larissa Marangoni, Eduardo Jaime, Jorge Morocho, Maureen Gubia, Jaime Núñez del Arco, Gabriela Fabre, Tayron Luna, Ricardo Bohórquez.
Selección de artistas: Ana Rosa Valdez y Giuliana Vargas Cesa
Fotografías: Ricardo Bohórquez Gilbert
Ínfulas de manglar
Exposición de arte contemporáneo sobre Guayaquil y su historia
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Guayaquil no es más que un manglar con ínfulas de ciudad
Julio Estrada Ycaza
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El conjunto de obras que componen esta exposición desentrañan a una ciudad latente, que en ocasiones emerge entre viejos edificios de arquitectura modernista, o en añejas fotografías de archivos públicos o familiares. Sin el sesgo nostálgico que suele imprimir la idealización del pasado, esta muestra se enfoca en las huellas a las que podemos acceder para descubrir, por nosotros mismos, las múltiples ciudades que pululan, cotidianamente, en Guayaquil.
A partir de una frase emblemática del historiador guayaquileño Julio Estrada Ycaza, creador del Archivo Histórico del Guayas, proponemos un giro semántico: “Ínfulas de manglar” alude a la ciudad imaginada por una generación de artistas que no se identifican con el proyecto modernizador de la urbe, sino más bien con la visión contemporánea de una ciudad socialmente inclusiva, ecológica y diversa. En cuanto metáfora de una urbe posible, el manglar nos remite a las entrañas naturales de Guayaquil, y al pasado que hemos dejado bajo el concreto.
La muestra propone indagar en nuestras experiencias sensibles y afectivas en la ciudad, aquéllas que vivimos íntimamente, como una manera de aproximarnos a las experiencias sociales y colectivas de las que somos parte. ¿Cómo construimos nuestro vínculo con los epacios urbanos? ¿De qué manera surgen fragmentos de la historia de la ciudad en nuestra vida cotidiana? ¿Cómo participamos en las dinámicas sociales y culturales de la urbe? ¿Qué conflictos atraviesan nuestros modos de habitar Guayaquil? Son preguntas que nos interesa plantear en este proyecto a través de obras de arte contemporáneo.
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Curadora de la exposición
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Casa Cesa Design
Hace aproximadamente 33 años, Mireya Dalmau, fundadora de Cesa Design, consolidó su negocio de venta de antigüedades y alfombras orientales con una línea de muebles de diseños exclusivos dirigida por su hija Paola Cesa, quien decidió abrir un almacén en Urdesa por el dinamismo comercial del sector en la época. La casa se construyó en dos partes: la primera, ubicada en la esquina de la calle Víctor Emilio Estrada e Ilanes, se inspiró en un edificio de estilo neoclásico del centro de la ciudad; el diseño de la segunda construcción está basado en el concepto de una casona art decó. La idea era recrear la apariencia de una casa y no un almacén, con la finalidad de que los clientes, al entrar en ella, experimenten la acogedora sensación de estar en una gran residencia.
Para la exposición “Ínfulas de Manglar” se vació la casa de sus múltiples objetos, algo que no había ocurrido desde sus inicios, con el fin de crear un espacio adecuado para la exposición de obras de arte contemporáneo.
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Juan Caguana. Gran Hotel Paris, 1890-1930 (2018). Óleo sobre lienzo. 200 x 200 cm (izquierda).
Stéfano Rubira. Inmersión (2015-16). Grafito líquido y polímeros sobre tela quemada. 123,5 x 200 cm. Colección privada. Salto (2012). Azul Klein. 77,5 x 180 cm. (centro y derecha).
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Stéfano Rubira. Inmersión (2015-16). Grafito líquido y polímeros sobre tela quemada. 123,5 x 200 cm. Colección privada.
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Las obras de Stéfano Rubira recrean visualmente los espacios del American Park, un popular centro de diversiones ubicado a orillas del Estero Salado de Guayaquil, que funcionó en entre los años veinte y sesenta del siglo XX. Para construir el acceso al lugar, se rellenó la zona aledaña a la Avenida 9 de Octubre para cubrir los manglares que se convertían en lodazales en el invierno. La fragilidad de la memoria se sugiere a través de la imagen diluida del archivo fotográfico.
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Juan Caguana. Gran Hotel Paris, 1890-1930 (2018). Óleo sobre lienzo. 200 x 200 cm (izquierda).
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En sus obra recientes Juan Caguana presenta narraciones alternativas del pasado de Guayaquil, en las que observamos situaciones anacrónicas con respecto a los escenarios arquitectónicos de la ciudad, que conocemos través de imágenes de archivo. El humor y la ironía desplazan la construcción de verdad del discurso oficial de la Historia y la fotografía documental. El artista mira hacia el pasado desde la ficción, una estrategia que le permite renovar el sentido de las memorias urbanas.
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Juan Caguana. 1922-1933 (2018). Óleo sobre lienzo. 114 x 164 cm
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La ucronía que se desarrolla en 1922 de Juan Caguana nos lleva a imaginar cómo, en un universo paralelo, la huelga general ocurrida ese año en Guayaquil culmina con la toma socialista del Palacio Municipal. En nuestra dimensión espacio-temporal, el suceso terminó con la masacre de cientos de trabajadores el 15 de noviembre, fecha que se volvió emblemática para la organización obrera y sindical del país.
Caguana utiliza como referente la fotografía Alzando una bandera sobre el Reichstag, de Yevgueni Jaldéi, quien capturó a los soldados del Ejército Rojo de la Unión Soviética flameando su bandera en el Edificio del Reichstag de Berlín, durante la Segunda Guerra Mundial. 1922 forma parte de las narraciones ucrónicas del artista, en las que ocurren acontecimientos que nos parecen insólitos dado el curso que tomó nuestra historia.
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Jorge Velarde. Selección de dibujos de Nacido y criado. Tentativas para entrar al Barrio Cuba (2016-2018)
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Los dibujos de Jorge Velarde y Diana Gardeneira forman parte del proyecto Brigada de Dibujantes, que comenzó en el Instituto Superior Tecnológico de Artes del Ecuador (ITAE) y actualmente continúa en la Universidad de las Artes de Guayaquil. El proceso constituye una investigación artística basada en una experiencia comunitaria en el Barrio Cuba, ubicado al sur de Guayaquil. A lo largo de su historia, este sector ha albergado zonas residenciales e industriales, espacios comerciales como el Camal y la Caraguay, aserríos, bares y cantinas, restaurantes y sitios de gastronomía popular, organizaciones deportivas y eventos culturales.
La propuesta de Velarde se enfoca en curiosos personajes cuyas historias de vida reflejan una dinámica social de barrio. Los relatos que dan origen a algunas obras incluyen leyendas urbanas del boxeo, prácticas religiosas, crímenes sin resolver y oficios de legalidad dudosa. Pero las obras también reflejan la propia memoria del artista, quien vivió en la zona durante varios años.
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Jorge Velarde. Selección de dibujos de Nacido y criado. Tentativas para entrar al Barrio Cuba (2016-2018)
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Jorge Velarde. Selección de dibujos de Nacido y criado. Tentativas para entrar al Barrio Cuba (2016-2018)
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Jorge Velarde. Selección de dibujos de Nacido y criado. Tentativas para entrar al Barrio Cuba (2016-2018)
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Jorge Velarde. Selección de dibujos de Nacido y criado. Tentativas para entrar al Barrio Cuba (2016-2018)
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Dibujos de Diana Gardeneira y Autorretrato como betunero de Jorge Velarde
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Jorge Velarde. Autorretrato como betunero (2018). Óleo sobre lienzo. 160 x 120 cm.
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Diana Gardeneira. El Chalé (2016), Dibujo sobre papel kraft, 42 x 30 cm; La buena sombra (2016), Dibujo con materiales mixtos sobre papel kraft (impresión de fotografía en blanco y negro intervenida con pinza de colgar ropa y saco), 42 x 30 cm; La casa derrumbada (2016), Dibujo con materiales mixtos sobre cartulina (impresión de fotografía en blanco y negro intervenida con enchapes, tela y saco), 42 x 30 cm; Mujeres del barrio (2016), Dibujo collage recortes de fotos tomadas en el barrio, sobre plywood, 70 x 30 cm; Desde la panadería, Dibujo con materiales mixtos sobre, cartulina (impresión de fotografía en blanco y negro intervenida con enchapes, tela y saco), 42 x 30 cm (izquierda).
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Obras de Juan Carlos Fernández, Juan Caguana y Larissa Marangoni
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Obras de Larissa Marangoni, Juan Caguana, Juan Carlos Fernández y Eduardo Jaime
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Obras de Larissa Marangoni, Juan Caguana, Juan Carlos Fernández y Eduardo Jaime
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Obras de Larissa Marangoni, Juan Caguana y Juan Carlos Fernández
Juan Carlos Fernández. Pink (adaptaciones contemporáneas) (2018). Acrílico y grafito sobre lienzo.
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Juan Carlos Fernández. Rayuela (Juegos de antaño) (2018). Acrílico sobre lienzo.
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El camuflaje y el mimetismo, estrategias de supervivencia que se encuentran en varias especies, aparecen en la obra de Juan Carlos Fernández en un entrelazamiento de su sentido biológico y antropológico. El artista echa mano de su habitual ironía para desdibujar la frontera entre lo natural y cultural de ambas formas de ocultamiento. Mediante ese gesto, la representación de la figura del animal sugiere un rasgo de la condición humana que también es parte del conjunto de especies que habitan la Tierra: la lucha permanente por la adaptación y la conservación de la vida.
En las obras de esta exposición aparecen especies endémicas del ecosistema de manglar, sobre el cual se impuso el crecimiento de la ciudad porteña desde la época colonial.
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Juan Caguana
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Eduardo Jaime. Selección de fotografías Sin título (1988-2918). Fotografía análoga impresas en canon pro.
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Presentamos una pequeña selección de fotografías de Eduardo Jaime que fueron expuestas en “Colector”, su muestra individual realizada en la Galería Mirador en agosto, curada por Rodolfo Kronfle Chambers. Las imágenes dan cuenta del paso del artista por entornos naturales que bordean la ciudad, bosques en donde resuena la memoria de otros tiempos, ajenos a la lógica constructiva de la urbanización moderna. La manera en que Jaime documenta su tránsito por aquellos territorios enfatiza el carácter vivencial, y casi ritual, de la fotografía, en la que la representación del lugar se enlaza con la representación de sí mismo. Las obras reflejan una experiencia fronteriza de la ciudad, en la que resalta una relación particular con los seres no humanos que habitan en sus márgenes físicos o simbólicos.
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Larissa Marangoni. Muro (2018). Hierro forjado. Dimensiones variables.
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La obra de Larissa Marangoni fue realizada expresamente a partir del concepto de la exposición. La artista representa la memoria de los manglares que han desaparecido durante siglos desde la época colonial, cuando inició la tala de los árboles con el fin de ampliar el territorio de la ciudad, y erradicar el “peligro” que la fauna silvestre representaba para la población. Aunque el ecosistema de manglar ha sufrido múltiples transformaciones por la actividad humana, Marangoni considera que este espacio natural es una metáfora de la resistencia, pues sobrevive a pesar de la contaminación ambiental, la urbanización descontrolada, el descuido de las autoridades competentes y la ciudadanía en general.
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Jorge Morocho. Cerbero (2018). Óleo sobre lienzo. 21 cuadros de 55.5 x 54.5 cm. Dimensiones aproximadas de 400 x 160 cm.
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La obra de Jorge Morocho aborda de manera experimental y subjetiva las premisas curatoriales: constituye un estudio de la luz que impacta sobre una planta en su entorno doméstico, en la ciudad de Guayaquil. Es la primera vez que el artista representa un objeto cercano a su experiencia cotidiana, algo que quizás inaugure una nueva fase en su producción.
La investigación perceptiva fue registrada a través de una cámara Polaroid y un teléfono móvil, en un proceso que resulta significativo para la obra por su carácter espontáneo, de corte amateur. Las imágenes capturadas anticiparon la labor pictórica, cuyos resultados revelan las condiciones lumínicas en que el organismo vegetal fue percibido por los dispositivos tecnológicos. El comportamiento cromático de cada cuadro nos remite al impresionismo, estilo artístico que surgió de la mano de los experimentos fotográficos del siglo XIX. Alternadamente, observamos un “estudio del movimiento” realizado por el fotógrafo británico Eadweard Muybridge (considerado un antecesor del cinematógrafo), que, junto a las otras imágenes, produce una composición compleja.
La narración pictórica alude al proceso de habitar un lugar, de construir un territorio propio, a partir de la experiencia con las imágenes, capturadas y de archivo, que nos permiten relacionamos y dar sentido al entorno.
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Obras de Gabriela Fabre y Maureen Gubia
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Obras de Gabriela Fabre y Maureen Gubia
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Maureen Gubia. Exabruptos enraizados (Pilares maleables) (2018), Óleo sobre lienzo, 100 x 100 cm; Llamarada electoral (2018), Óleo sobre lienzo, 65 x 65 cm; Benemérito bisabuelo (2018), Óleo sobre lienzo, 30 x 40 cm.
Las pinturas de Maureen Gubia fueron elaboradas expresamente para la muestra, y desarrollan una aproximación subjetiva al concepto curatorial. Son representaciones de un mundo onírico en donde confluye la memoria de su bisabuelo, quien fue capitán del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, y su experiencia política de los procesos electorales. Los espacios que se consumen entre las llamas corresponden a recintos de votación en la Universidad Estatal. Figuras fantasmales, pancartas políticas y columnas que se derriten sospechosamente, conforman un universo simbólico, muy personal, que la artista asocia con la figura paterna en la vida pública y privada. En una de las obras, Gubia sugiere la presencia de un manglar, como un guiño casi imperceptible al título de la exposición.
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Gabriela Fabre. Mueble para no bajar la mirada, De la serie Mobiliario para el consuelo, Escultura. Madera, tapiz y esponja, 80 cm x 41 cm x 51 cm x 45 cm; Mueble para no bajar la mirada, Boceto. Cartón de paja, cartulina canson, lápiz de color, acuarela, 29 cm x 21 cm / 21 cm x 14 cm; Mueble para no bajar la mirada (2018), Boceto. Cartón de paja, impresión y lápiz de color, 29 cm x 21 cm.
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La idea de esta propuesta surgió durante las caminatas cotidianas de Gabriela Fabre por el centro de Guayaquil, en donde reside desde hace varios años. La obra pone de manifiesto una dimensión emocional y afectiva de la experiencia urbana, desde la cual la vida particular de las personas se abre a lo colectivo. En el aspecto formal, la escultura apela a un modo de habitar la ciudad desde el cuerpo y la memoria sensorial.
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Gabriela Fabre. Mueble para no bajar la mirada, De la serie Mobiliario para el consuelo, Escultura. Madera, tapiz y esponja, 80 cm x 41 cm x 51 cm x 45 cm
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Obras de Ricardo Bohórquez, Jaime Núñez del Arco y Tayron Luna
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Ricardo Bohórquez. Imágenes de la serie Vacíos – Mnmlsmos Gye (2006-2009). Fotografía digital, impresión inkjet sobre papel fotográfico.
Jaime Núñez del Arco. La ciudad que parte, Shape on you, Impermanente, Sexo y chips, Veuve clicot, We built this city, Edificios inteligentes, Horror movie, Temporada de conexión, Titanic. Tinta y crayón industrial sobre papel, 18 x 15 cm c/u.
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Estas obras de Ricardo Bohórquez no han sido exhibidas en los últimos nueve años, sin embargo, constituyen una de las mejores propuestas de Ricardo Bohórquez. Las fotografías fueron realizadas al calor de los debates antropológicos en torno a la “regeneración urbana” en Guayaquil, los cuales favorecieron una postura crítica sobre la esfera pública en el arte contemporáneo de inicios del siglo XXI.
Bohórquez elude la representación turística o anecdótica del centro de la ciudad, promovida por campañas políticas o publicitarias en las que se prioriza una imagen de postal, para dejar de lado los problemas sociales que atraviesan la vida cotidiana en el sector.
Las composiciones formales de corte racionalista contrastan con la mirada subjetiva del fotógrafo, cuya trayectoria evidencia un profundo interés en las transformaciones urbanísticas, las memorias sociales, la arquitectura moderna y vernácula, así como las historias de vida de los habitantes de Guayaquil.
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Ricardo Bohórquez. Imágenes de la serie Vacíos – Mnmlsmos Gye (2006-2009). Fotografía digital, impresión inkjet sobre papel fotográfico.
Jaime Núñez del Arco. La ciudad que parte, Shape on you, Impermanente, Sexo y chips, Veuve clicot, We built this city, Edificios inteligentes, Horror movie, Temporada de conexión, Titanic. Tinta y crayón industrial sobre papel, 18 x 15 cm c/u.
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En esta selección de dibujos recientes, Jaime Núñez del Arco desarrolla una narración personal de la vida urbana. El artista reutiliza páginas de viejas libretas de apuntes para componer “escenas” de una cotidianidad aparentemente intrascendente, en las que emerge una deriva incierta pero significativa de la ciudad. Al observar la tipografía desestructurada que compone estos paisajes subjetivos, podríamos pensar que se trata de una escritura líquida, a tono con la fugacidad e inmediatez de las experiencias sociales, afectivas y políticas del mundo contemporáneo.
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Tayrone Luna. Abismo (2016) Látex vinil acrílico y tiza pastel sobre lienzo. 160 cm x 110 cm
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En la obra Abismo de Tayrone Luna aparecen referentes visuales que aluden a la conformación del espacio público en Guayaquil: los palimpsestos de las paredes de la ciudad, en los que sobreviven residuos de pintura, grafitis y otras huellas de la vida urbana, así como la caricatura política de las primeras décadas del siglo XX, pionera en los procesos de la modernidad estética en el Ecuador. La propuesta conceptual surge de la experiencia del artista en el Instituto Superior Tecnológico de Artes del Ecuador (ITAE), durante el traspaso de la carrera de artes visuales a la Universidad de las Artes. El artista, que estudió en el instituto, mantuvo una postura crítica junto a otros compañeros frente a la absorción del mismo, que funcionaba relativamente de manera autónoma, por una universidad que nació como un proyecto político del Estado.
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Fotografías: Ricardo Bohórquez Gilbert