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«Acantilado»: Exposición de Juana Córdova en Más Arte

En el acantilado en el que habita hace varios años, la obra de Juana Córdova ha densificado su conciencia del mundo y ha puesto al descubierto su fragilidad. Las piezas reunidas en esta exposición contienen, en la intimidad de su producción y su materialidad, la percepción sutil y cotidiana de la artista ante su entorno.

La persistencia con la que la artista colecciona incontables piedras, plumas, ramas, pieles y alas de mariposa que luego convierte en obras, hacen de su labor obsesiva un testimonio latente de los rezagos de vida en los caminos y el mar a las orillas del Océano Pacífico.

En esta obra se coteja una predominante formalidad con el desconsolador peso de la muerte que la atraviesa silenciosamente. En su trabajo, como en su vida, la naturaleza es a la vez excusa, motivo y revelación; la certeza de la muerte como la más clara revelación de la vida.

Pilar Estrada

 

Juana Córdova. Bipolares. Fotografía digital. 29,7 x 35 cm c/u. 2016 (fondo). Fósil. Almeja petrificada. 60 x 40 x 20 cm. 2016 (derecha).

Juana sabe que el mar con el que convive lleva y trae memorias, objetos y recuerdos. Ella los conoce y los elige con cautela.

Quizás uno de sus más alucinantes hallazgos es el Fósil de almeja gigante que guardó por varios años. Luego decidió descubrir -y mostrar- lo que más le interesaba de él: Extrajo un cilindro perfecto del centro de la piedra, exteriorizando los estratos geológicos que la componen. Este bloque de materiales sedimentados, es un diario que guarda en sus capas siglos y siglos de golpes de agua, tierra y viento.

En Bipolares retrata decenas de piedras de la playa Río Chico y, al costado a cada una, duplica su contorno dibujándolo en la arena. Con esta acción la artista procura extraer el espíritu de estos seres inertes, como si estuviese marcando el cuerpo en ausencia, a pesar de que el propio cuerpo sigue presente. El ejercicio que realiza anticipa las ausencias por venir, como advertencias temporales, demarcando lotes mortuorios que se borrarán cuando los bañen las olas del mar.

Juana Córdova. Cambio de piel. Pieles de culebra. 40 x 190 cm. 2018

Cambio de piel es una pieza de una sencillez abrumadora. Dos transparentes pieles de culebra encontradas en los senderos, son fusionadas delicadamente para convertirse en un solo cuerpo. Un cuerpo sin cabeza. La zoofagia perpetua que replica el destino de la naturaleza a manos de los humanos.

El dibujo de escamas, doble y único a la vez, recuerda también a la manipulación del humano sobre la naturaleza. En un mundo en el que parece que la conciencia ecológica aumenta, también ratifica que con la multiplicación del acceso e información existente, se multiplican también las posibilidades de hacer(nos) daño.

Juana Córdova. Chapuletas. Video digital. 1’ 52”. 2016

Juana Córdova. Alas de invierno. Resina, alas de mariposa. 100 x 100 cm. 2017

Un enmarañado grupo de polillas se alborotan y crean un dibujo vibrante a partir del movimiento natural. Estos insectos se llaman Chapuletas en la zona donde reside la artista y tienen una vida muy corta Los entramados que delinean en el video se asemejan a las formas que Córdova generó años atrás a partir de un ejercicio intuitivo en el que tejía delicadas formas con huesos de aves o peces.

Por su parte, en Alas de Invierno teje pequeñas alas de mariposas. Con un agobiante cuidado, posa una por una dentro de una trama traslúcida de resina. La estética composición abstracta guarda algo tétrico: Hacia el otro lado del manto cristalino se descubre la vida (Chapuletas) a través de su propio vestigio del fin (Alas de Invierno).

 

Juana Córdova. Avistamiento. Plumas de aves marinas y terrestres (fragatas, pelícanos, gaviotas, garzas, pavas de monte, gaviotín, halcónes, buitres) , resina. 200 x 40 x 40 cm c/u. 2018

Juana Córdova. Still life. Palos recogidos en la playa, plomo. Dimensiones variables. 2018

La acción de acopio que Juana repite, una y otra vez, así como la clasificación de las plumas en el caso de Avistamiento, revelan el pacto tácito que la artista ha hecho con la naturaleza. Caminar, observar, encontrar, recolectar y reorganizar son parte de una rutina imprescindible para la artista.

Las plumas siguen volando rígidas, en columnas que manipulan su orden con una categorización y cuidado casi científico. La naturaleza congelada es una actualización del paisaje clásico, donde cada objeto tiene su lugar según un orden lógico.

Eso sucede, desde otro ángulo, con Still Life. El título de la obra hace del juego de palabras “naturaleza muerta” traducida del inglés, una aseveración. Al separar las palabras, still es quieto, parado, estático; life es vida. El bosque de ramas secas halladas en las peregrinaciones por las líneas costeras deja ver la devastación del tiempo y la contaminación, los remanentes de la vida.

El plomo que termina de matar a este bosque es el que a la vez le permite mantenerse parado, estático, quieto. Irónicamente vivo.

Ambas piezas denotan el trasfondo ecológico que rozará muchos de los trabajos de la artista, más que con un fin moralizador, con una resignación lúcida.

Juana Córdova. Simulador. Video instalación. 5’ 20”. 2018

Esta obra nos pone, literalmente, en el lugar de la artista. Es un simulacro donde se suplanta la acción casi diaria de Juana, de avistar a los pájaros trazar sus danzas desde la hamaca.

Terminar la exposición con esta pieza, genera una conexión con el espacio habitado desde el que la artista crea. Simulador da contexto a su relación con la naturaleza, en la cual el ejercicio de observación se extiende al punto de sentirse más que un espectador, parte de ese paisaje.

 

Fotografías: +Arte Galería Taller 
Agradececemos a Juana Córdova, Pilar Estrada y Gabriela Moyano por proporcionar los contenidos de la presente publicación.

Sitio web de la artista aquí.

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