La artista venezolana, residente en Madrid, Emilia Azcárate, conversa con el curador de la muestra LARA 2016 sobre su propuesta para la exposición, que se puede visitar en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito hasta el 13 de noviembre.
–
Rodolfo Kronfle: ¿Cómo se contrastó la idea previa que tenías de las Islas con el lugar que finalmente conociste?
Emilia Azcárate: Cuando me seleccionaron para la residencia en las Galápagos me emocioné, siempre había querido visitar las islas y poderlo hacer como artista, y en el contexto de una residencia compartiendo con personas con inquietudes similares, era una oportunidad única.
Mi primera reacción fue leer a personajes claves como Humboldt y Darwin, e informarme sobre sus experiencias en Ecuador. Sin embargo, luego dejé de lado las lecturas para poder desde mi experiencia descubrir y vivir este paraíso natural.
En realidad todo lo que me había imaginado e investigado estaba allí, la arena blanca y fría, el azul celeste del mar y el cielo, el calor y la intensidad del sol y la riqueza animal. A ello sumo lo inimaginable que fueron las caminatas por los volcanes, el buceo y el encuentro con todos los participantes. Me fascinaron los contrastes de luz del día y la tarde. En la mañana el baño de luz blanca intensa no me dejaba ver el paisaje, mientras que en la tarde se veía todo con claridad y profundidad; era una armonía de colores que se intensificaban con sus sombras.
Lo que más me impactó fue observar la adaptabilidad del entorno, la convivencia animal que se gestionaba a través de la flexibilidad y la quietud, en vez de a la fuerza; una sociedad equilibrada y respetuosa, compatible y pasiva incluso frente a la “especie introducida.”
–
–
–
–
RK: ¿Crees que la dinámica de la residencia moduló o enriqueció el tipo de experiencia que tuviste en el archipiélago?
EA: Aprendí mucho de todo y con todos. El hecho de que esta residencia tuviera lugar en uno de los espacios más increíbles del mundo sumado a una maravillosa compañía -los artistas, curadores, organizadores, los que me ayudaron a recolectar las chapas (tillos)- hizo que el resultado de mi residencia fuera muy productiva artísticamente. Mi grado de compromiso, dedicación y entrega ha sido completo, y el resultado de las obras se debe en gran parte a esta sinergia.
He participado en otras residencias de artistas y todas me han enriquecido enormemente. Son experiencias invalorables que generan dinámicas de interacción cultural y social entre participantes de diversas nacionalidades a la vez que te sumerges y aprecias un entorno específico.
–
–
–
–
RK: Desde el momento en que se escogieron los artistas se tuvo presente las maneras como este lugar podía conectar con las poéticas e inquietudes más dominantes en la obra de cada quién, pero esto es siempre un ejercicio especulativo. Cuéntame qué tipo de impresiones del sitio fueron las que encontraron mayor sintonía con los intereses particulares que vienes manejando en tu trabajo, o si tal vez el tiempo de residencia te permitió añadir o vislumbrar conscientemente capas de sentido adicionales en este.
EA: Mi trabajo está íntimamente ligado a la naturaleza, a las experiencias, a lo vivido, al azar, al entorno que me rodea. En esta oportunidad comencé a realizar una serie de dibujos de memoria con patrones que veía repetidamente en la naturaleza, y estos se transformaron por azar en una serie de dibujos de viento con arena.
–
RK: A partir de tu arribo y de tus recorridos en las islas el lugar te fue generando una cantidad de posibilidades para obras que francamente considero pródigas. Ubicaste de entrada cuestiones que resonaban con abordajes medulares en tu trabajo como son la resignificación de elementos descartados, los esquemas cromáticos meditados, los diálogos subyacentes con la historia del arte, y las múltiples posibilidades de abstracción a partir de referentes específicos (en este caso aquellos ecos de geometrías que detectabas entre el mundo animal y el vegetal). Cuéntame un poco sobre tu aproximación a la producción que deriva de la residencia y los puntos de contacto entre las nuevas obras y tu trabajo previo.
EA: Las mandalas de chapas de Isabela y Santa Cruz forman parte de una serie de mapas aleatorios que vengo realizando desde el 2001 con chapas (tillos) encontradas. La primera que hice fue la de Puerto España en una residencia de artistas. Las chapas las aplano y las corto en forma de un Sudarsana Chakra (una bola de fuego protectora con ocho puntas) que luego instalo directamente sobre la pared siguiendo una numeración múltiple de ocho y en círculos concéntricos, produciendo una infinidad de patrones en movimiento. Asimismo, el distinto número de chapas encontradas en cada lugar determina el tamaño y la forma de la mandala, convirtiéndola en una suerte de gráfico estadístico o mapa aleatorio de estos territorios.
Los aparcaderos de bicicletas y los racks para tablas de surf son el punto de partida de las tablas pintadas. La quietud y la sensación de inmovilidad inherentes a estas estructuras forman parte de la dinámica del lugar. Hice cinco pinturas, cada una con un motivo y una forma distinta que hablan de las islas: de su naturaleza, de su localización, de su historia, de sus colores y de sus habitantes. Aquí sigo trabajando bajo un leguaje abstracto geométrico más orgánico, repitiendo patrones y usando los tres colores primarios que siempre utilizo en mi pintura.
Los dibujos de arena son las únicas obras que hice in situ. Son definitivamente las que más captan la esencia de las islas y de hecho son una parte de ellas. Me interesa recolectar y usar las herramientas que el lugar me ofrece. En este caso, el viento y la arena.
–
–
RK: Si hay un rasgo tuyo que me llamó la atención durante el tiempo que compartimos fue la permanente invocación de aquella idea -ciertamente metafísica- de las “coincidencias significativas” sobre las cuales siempre te mostrabas alerta. Asumo que este mecanismo perceptivo forma parte de tu proceso y de tus elecciones. ¿Cómo operan estas intuiciones y la posterior conceptualización/formalización de las mismas? ¿Hasta qué punto lo graficarías como algo espiritual teniendo en cuenta tu asimilación de filosofías orientales?
EA: Practico el budismo de Nichiren Daishonin, quien habla de las tres leyes secretas: uno, lo que uno hace y lo que le rodea son una misma cosa y todo está íntimamente conectado. Mi practica está en sintonía con el universo y percibo hasta lo más sutil e invisible que a la vez se traduce en una secuencia significativa de eventos. En las obras que realicé en Las Galápagos: las mandalas de chapas, las tablas pintadas y los dibujos de arena evidencian este principio de afinidad y correlación.
–
Crédito fotos: Rodolfo Kronfle Chambers
–
® Asiaciti Trust LARA Project LLP
–