El 15 de octubre de 2021 se inauguró en el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo de Guayaquil la exposición antológica “Olga Dueñas, una retrospectiva”, que se mantuvo abierta al público hasta el 12 de febrero de 2022. Publicamos un registro completo de la exposición y de las obras, con los textos curatoriales escritos por Mónica Espinel de Reich y fotografías de Ricardo Bohórquez, cortesía de Adriana Dueñas.
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Olga Dueñas, una retrospectiva
Texto curatorial por Mónica Espinel de Reich
Olga Valasek Dipold (1926), europea de origen y norteamericana de nacimiento, se convierte en Olga Dueñas en Ecuador, donde llega a mediados de la década del cuarenta. Desde entonces ha sido una viajera constante. Pero es aquí donde forma una familia y permanece gran parte de su vida. Si bien en nuestro país echa raíces, su arte asume la no quietud de su historia. Dos ideas constantes en su trabajo son la continuidad y el movimiento.
Un componente fundamental en su obra es la música clásica. Se vuelve una presencia constante que alumbra la relación con su padre y hermano, concertistas dedicados al arpa, piano y violín. El recuerdo de su infancia se enlaza con el intento de poner color a cada nota musical que escuchaba. Esa experiencia deviene en una pregunta estética e intelectual: ¿cómo unir música y arte?
En sus años de formación, en Nueva York a comienzos de la década del cuarenta, Amédée Ozenfant es su mentor y principal influencia. Se identifica, además, con el arte de Moholy Nagy, Naum Gabo, Albers, Calder, Vasarely. En esa época, su camino se define por la abstracción geométrica. Opta entonces por una composición lineal y balanceada que transmite su rasgo “cerebral”, el que ella define como estar “en el área de control” en relación con la forma. Sin embargo, aparece tempranamente su cuestionamiento ante el rigor extremo del arte geométrico, y esta reflexión la ayuda a reconocer que “lo emocional y lo intuitivo” también operan en ella.
En estas salas se observa cómo un dominio sobre línea y forma se despliega en sus variables abstractas: estructuras cinéticas, trabajos con luces, obras con texturas, tapices y cuadros monocromáticos. Luego, se descubren momentos pictóricos en su arte, y es esa libertad la que le permite ahondar en un campo poético e introspectivo que libera las formas hacia rasgos expresivos. Introduce formas orgánicas evocando paisajes interiores. Pero enseguida la geometría se hace presente recordándole el lugar al que pertenece.
Esta revisión antológica pone en valor las inquietudes de Dueñas vinculadas a la abstracción. Ecuador es su gran inspiración, aunque, a la vez, ella arrastra herencias que ensambla dentro de un lenguaje universal, atemporal. La retrospectiva reúne su trabajo realizado entre la década de 1940 y la actualidad. Se destaca un archivo en el que reposan fotografías, documentos y obras que constituyen un legado para el entendimiento de nuestra modernidad.
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Núcleo 1 – Orquesta, un preludio
“Los componentes de una pintura y los de una pieza musical se parecen: línea y forma son melodías. Los espacios, como silencios entre notas, sugieren ritmo y estructura”.
Orquesta. Fotografía de estudio preparativo. Mediados de la década de 1940. El cuadro original era óleo sobre lienzo. Archivo documental de la artista.
De Orquesta solo existe la imagen de un bosquejo previo al trabajo final. Ilustra un ejemplo de los estudios realizados por la artista en la década del cuarenta donde muestra de manera reconocible sus elementos familiares. Ella indica que la obra nace en una sala de conciertos, cuando los músicos salen a un receso y sus instrumentos quedan solos. Captura en la escena las formas doradas y las cuerdas del arpa aún en leve vibración. Es ahí donde se origina su relación con la abstracción: depurar una imagen a partir de experiencias reales cercanas a su pasado musical.
La obra anticipa un elemento persistente en su trabajo abstracto: la diagonal. La que sugiere movimiento.
Joseph Valasek, padre de la artista. Cleveland, década de 1930.
Olga trabajando en un cuadro cuyo paradero es desconocido, 1946. Residencia de la familia Gilbert Elizalde en Guayaquil. Cortesía del Archivo Blomberg.
La fotografía de la obra expuesta aquí es el único vestigio de los ejercicios plásticos que hizo Dueñas en su primera visita a Guayaquil (1946). En ese periodo las orientaciones dominantes del arte ecuatoriano respondían a la estética del realismo social. La artista en cambio se centraba en la abstracción, y exploraba lo plano y lo estático de la composición. En la imagen mostrada se observa cómo investiga la liviandad y peso de las formas hasta sugerir movilidad y rotación en el espacio pictórico. Al revisar el trabajo ella recuerda haber sentido que caminaba “por un sendero propio”. Entonces se alojaba en casa de su amiga, la artista Araceli Gilbert, de quien tiene estas memorias: “con Araceli compartíamos ideas sobre el análisis de formas, líneas y espacios, recordando enseñanzas del profesor de ambas, en New York, Amédée Ozenfant.”
Olga Dueñas (izquierda) y Araceli Gilbert (derecha). Guayaquil, 1946. Cortesía del Archivo Blomberg.
A mediados de la década del cincuenta, mientras residía en Caracas, Dueñas se vincula con el hard edge, pero siempre buscando la energía y la movilidad en líneas y formas. La imagen aquí reproducida parte de una estructura geométrica sólida que va a quebrarse y fragilizarse en ciertas áreas. Busca sugerir movimiento que, como ella sostiene: “humaniza la pintura”. Visualmente la composición presenta una relación con un pentagrama musical.
El Museo de Bellas Artes de Caracas eligió esta obra, de la que actualmente no se sabe su paradero, como parte del filme Arte Moderno de Venezuela, que se presentó en el pabellón venezolano de la Exposición Internacional de Bruselas de 1958.
Folleto de 18avo. Salón Oficial Anual de Arte Venezolano. 1957. Archivo documental de la artista.
Durante los años que vivió en Caracas, Dueñas expuso en el Museo de Bellas Artes de la ciudad y participó junto a Jesús Soto, Carlos Cruz-Diez, Gego, Alejandro Otero y Omar Carreño, entre otros artistas, en el 18avo. Salón Oficial Anual de Arte Venezolano en 1957.
El fragmento del trabajo aquí expuesto resulta crucial para mostrar el proceso de la artista frente a la geometría en movimiento. Observar el agrandamiento de uno de los extremos del cuadro, y complementarlo con el relato de la artista, es suficiente para comprender que aquí está el reductivismo de Mondrian y de algunos pintores puristas como puntos de partida para ella. Se lo ve en la división de áreas en compartimentos geométricos y en la atención a la planitud del espacio.
A la vez, el cuadro habla de la transformación propuesta por Dueñas, quien dice:
“Aun cuando mi trabajo era plano, yo necesitaba agregar movilidad.”
Ella cambia la rigidez de la geometría de Mondrian: incorpora líneas diagonales y cubre ciertos rectángulos con líneas paralelas apretadas que producen vibración óptica y sugieren movimiento.
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Núcleo 2 – Trémolos
“Uno se mueve frente a un cuadro cinético y enseguida este toma vida.”
Por su apego a la música clásica y su intención de representar lo etéreo de una composición musical, Dueñas sugiere movilidad desde sus tempranas composiciones geométricas. Su búsqueda era unir lo etéreo con lo material y eso posibilitó un nexo con la corriente del cinetismo. Cuando en 1965 asistió en Nueva York a la muestra The Responsive Eye, observó que otros artistas en diferentes partes del mundo perseguían lo mismo que ella: transformar en dinámico lo que tradicionalmente había sido estático en el arte. A partir de ahí surgen sus trabajos cinéticos en los que el significado del término musical “trémolo” se fusiona con la propia experiencia del espectador: sentir una necesidad de desplazamiento, en diferentes intensidades, como ocurre en la música.
Las raíces del cinetismo se sitúan en la primera mitad del siglo veinte cuando en Europa (París principalmente) corrientes vanguardistas articularon teorías sobre los vínculos entre la abstracción y el movimiento: el futurismo, por ejemplo, y algunas creaciones del dadaísta Marcel Duchamp, o de constructivistas rusos como Aleksandr Rodchenko, Gabo y Moholy Nagy, cuyas estructuras sugerían e implicaban movilidad en el espacio. Otras tempranas exploraciones cinéticas eran los móviles de Alexander Calder. Para los años cincuenta, el cinetismo, ya denominado así, proponía obras con movimiento causado por vientos, motores o el vaivén del observador frente a la obra.
“Lo cinético es una forma de modificar y dar otra dimensión a lo estático.”
El patrón moaré, que responde a un efecto perceptivo mediante el cual líneas y formas se superponen en dos planos causando una vibración óptica, fue un recurso utilizado por artistas inspirados en el cinetismo, sobre todo, en su vertiente del Op Art. Dueñas investigó acerca de este fenómeno en la revista Scientific American (mayo, 1963) y se identificó con los efectos del moaré traducidos al arte. Ella fue una figura pionera de arte cinético en contextos como San Juan de Puerto Rico y Quito entre los años sesenta y setenta. En la capital ecuatoriana, en la Casa de la Cultura, expuso obras cinéticas que generan vibración, a veces integrando bombillos de luz y siempre incitando al movimiento de quien las mira.
Las serigrafías de Dueñas muestran que para ella la composición es fundamental. Resaltan su investigación con respecto a la luz y su efecto cambiante dentro del espacio pictórico; crean vibración y movimiento, por ello se relacionan con su obra cinética. La serie es un estudio de luminosidad: las líneas gruesas y apretadas dejan pasar menos claridad. Cuando estas se presentan delgadas y separadas entre sí, se filtra una mayor iluminación. Así, exploran el movimiento óptico a través de la tensión entre la posibilidad y obstrucción del paso de la luz, repensando de esa manera la tradicional técnica del claroscuro en la historia del arte.
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Olga Dueñas. Chime. Serigrafia. Papel 30 x 30 cm.
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Olga Dueñas. Lithe. Serigrafia. Papel 30 x 30 cm.
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Olga Dueñas. Flare. Serigrafia. Papel 30 x 30 cm.
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Olga Dueñas. Acrilico y tinta sobre masonita y plexiglas. 90 x 120 cm. 2018.
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Olga Dueñas. Cuarteto. Acrilico y tinta sobre masonita y plexiglas. 100 x 130 cm. 2019.
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Olga Dueñas. Stretto III. Acrilico y tinta sobre masonita y plexiglas. 60 x 120 cm. 2018.
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Olga Dueñas. Intermezzo. Acrilico y tinta sobre masonita y plexiglas. 45 x 60 cm. 2017.
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Olga Dueñas. Vuelo. Acrílico y tinta sobre madera y plexiglas. 85 x 250 cm. 1968.
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Olga Dueñas. Vivace. Acrílico y tinta sobre masonita y plexiglas. 90 x 120 cm. 2019.
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Olga Dueñas. Composición. Acrílico y tinta sobre madera y plexiglas. 56 x 214 cm. 1969.
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Olga Dueñas. Embarcación. Acrílico y tinta sobre madera y plexiglas. 84 x 100 cm. 1980.
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Olga Dueñas. Trémolo 11. Acrílico y tinta sobre madera y plexiglas. 36 x 57 cm. 1970.
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Olga Dueñas. Solo. Acrílico y tinta sobre madera y plexiglas 40x40cm. 1971.
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Olga Dueñas. Trémolo Dominante. Acrílico y tinta sobre madera y plexiglas 90 x 90 cm. 1968.
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Olga Dueñas. Trémolo 10. Acrílico y tinta sobre madera y plexiglas. 36 x 57 cm. 1970.
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Olga Dueñas. Accento I. Acrílico y tinta sobre masonita y plexiglas. 60 x 45 cm. 2016.
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Olga Dueñas. Lumilinear II. Caja de acrílico con luz. 60 x 60 cm.
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Olga Dueñas. Lumilinear III. Caja de acrílico con luz. 60 x 60 cm.
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Olga Dueñas. Lumilinear IV. Caja de acrílico con luz. 50 x 70 cm.
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Olga Dueñas. Trémolo Luminoso I. Acrílico y tinta sobre madera, plexiglas y luz. 122 x 112 cm.
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Olga Dueñas. Trémolo Luminoso II. Acrílico y tinta sobre madera, plexiglas y luz. 122 x 112 cm.
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Olga Dueñas. Trémolo Luminoso III. Acrílico y tinta sobre madera, plexiglas y luz. 122 x 112 cm.
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Núcleo 3 – Reconociéndose dentro de un territorio
Dueñas, entre fines de los sesenta y la década de los ochenta, fija su residencia en Ecuador de manera más estable.
La serie Ecuatoriales, producida en esa época, se compone de paneles atravesados y unificados por una línea recta. Son trabajos monocromos que se centran en el hard edge (bordes duros), depuran lo accesorio y logran una síntesis formal. Una observación cercana devela en ellos que la línea definida se degrada sugiriendo tenue movimiento. Los cuadros de esta serie se vinculan al color-field, vertiente de la abstracción post pictórica que fue muy relevante en la década del sesenta. Sin embargo, para la artista, Ecuatoriales también metaforiza sentimientos sobre su identidad, que hasta ahora había estado marcada por un constante transitar. Finalmente, se detenía y hacía propio un territorio en el que hallaba sentidos de pertenencia.
Ecuador propicia en el arte de Dueñas un significativo proceso de traducción cultural. Trasladarse por varias regiones del país aumenta su sensibilidad frente a diferentes geografías, ambientes cromáticos e historias locales. Sus obras responden a referencias estéticas internacionales que se fusionan en su compenetración con el entorno. Se observa en las formas, colores, materiales y atención a la luz de sus trabajos; su lenguaje abstracto luce salpicado de nuevos tintes autorreferenciales.
En sus viajes dentro de la sierra ecuatoriana, Dueñas se inspiró en personajes de Otavalo y el material con el que creaban su colorida vestimenta. Al respecto dice:
“En Ecuador encontré la fuerza del color y eso me permitió captar el filtro con el que los indígenas veían esas combinaciones; esa vitalidad y tonos que usaban para sus bordados y tejidos”.
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Olga Dueñas. Ververancia. Acrílico sobre lienzo. 160 x 90 cm. 1979.
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Olga Dueñas. Azulseguido. Acrilico sobre lienzo. 60 x 120 cm. 1979.
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Olga Dueñas. Suspiro. Acrílico sobre lienzo. 20 x 20 cm. Hacia 1980.
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Olga Dueñas. Azules Ascendentes. Acrílico sobre lienzo. 20 x 20 cm. Hacia 1980.
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Olga Dueñas. Espacial. Acrilico sobre lienzo. 100 x 58 cm. 1980.
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Olga Dueñas. Amarritmo. Acrílico sobre lienzo. 60 x 60 cm. 1980.
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Olga Dueñas. Verdeola. Acrílico sobre lienzo. 76 x 76cm. 1980.
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Olga Dueñas. Bahiana III. Acrílico sobre lienzo. 92 x 122 cm. 1986
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Olga Dueñas. Night Wave. Tapiz. 110 x 175 cm. 1970s.
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Olga Dueñas. Danzapamba. Collage sobre papel hecho a mano. 25 x 40 cm.
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Olga Dueñas. Nagsiche. Collage sobre madera. 68 x 183 cm. 1984.
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Olga Dueñas. Urcu. Collage sobre papel hecho a mano. 30 x 20 cm. 1980s.
El título de esta obra se relaciona al volcán Capac Urcu, que significa montaña todopoderosa, o cerro majestuoso, y que está ubicado en la provincia del Pichincha. Es una de las primeras veces en que Dueñas hace referencia a un nombre local en una de sus obras. La composición genera cambios a partir del desplazamiento del espectador, según el ángulo de observación desde el cual este se aproxime a la obra. Aparece una experiencia similar a lo que ocurre frente a una obra cinética de Yaacov Agam (Israel, 1928).
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Núcleo 4 – Paisajes interiores, ¿salirse del área del control?
Las obras reunidas en este núcleo se apartan de la geometría que acostumbran tener los cuadros de Dueñas. Aparecen formas orgánicas y contornos ondulados donde su lado subjetivo es expresado en paisajes interiores. Se encuentran la forma lineal y el trazo libre, como también lo hacen la fuerza “cerebral” y la “sensitiva”. Para la artista “surge una expresión equilibrada que enlaza sentidos, cerebro y corazón”.
“Pintura significa, entre otras cosas, la definición borrosa, rota y suelta del color y el contorno”, remarca Clement Greenberg en el texto curatorial de la muestra Post Painterly Abstraction, en el cual se refiere a una orientación de la pintura extendida en la escena artística norteamericana de los años sesenta. Greenberg dice también que “lo opuesto a lo pictórico es la definición clara, ininterrumpida, afilada, lineal”, y la línea divisoria entre lo pictórico y lo lineal no es de ninguna manera una línea dura y rápida.” Los cuadros de Dueñas aquí expuestos se ubican en ese espacio intermedio y se enriquecen de los contrastes que proponen.
Hay un diálogo entre Paisajes Interiores y String Theory. Las dos obras exaltan la limitación del ser humano frente al control de la naturaleza. Pero en la segunda aparecen formas geométricas, creadas por el hombre, que implican orden. La geometría aparece ahí como un factor organizador.Hay un diálogo entre Paisajes Interiores y String Theory. Las dos obras exaltan la limitación del ser humano frente al control de la naturaleza. Pero en la segunda aparecen formas geométricas, creadas por el hombre, que implican orden. La geometría aparece ahí como un factor organizador.
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Olga Dueñas. S/T. Óleo sobre lienzo. 150 x 150 cm.
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Olga Dueñas. River and Sea. Óleo sobre lienzo. 74 x 125 cm.
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Olga Dueñas. S/T. Óleo sobre lienzo. 130 x 130 cm.
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Olga Dueñas. Clearing. Óleo sobre lienzo. 160 x 126 cm.
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Olga Dueñas. S/T. Óleo sobre lienzo. 160 x 126 cm.
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Olga Dueñas. Paisajes Interiores. Óleo sobre lienzo. 122 x 488 cm.
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Olga Dueñas. S/T. Acrílico y lapiz sobre papel. 30 x 20 cm aprox. 1980s.
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Olga Dueñas. S/T. Acrílico y lapiz sobre papel. 30 x 20 cm aprox. 1980s.
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Olga Dueñas. Midnight. Acrilico y lapiz sobre papel. 30 x 30 cm.
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Olga Dueñas. Dawn. Acrilico y lapiz sobre papel. 30 x 30 cm.
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Olga Dueñas. Fragile. Acrilico y lapiz sobre papel. 30 x 30 cm.
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Olga Dueñas. String Theory. Óleo sobre lienzo. 153 x 366 cm.
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Olga Dueñas. S/T. Óleo sobre lienzo. 160 x 126 cm.
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Olga Dueñas. Cascade. Acrílico sobre papel. 45 x 60 cm.
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Olga Dueñas. Sonata. Acrílico sobre papel. 43 x 50 cm.
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Olga Dueñas. Cosmos. Acrílico sobre papel. 31 x 26 cm.
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Núcleo 5 – Variaciones: Luz, movimiento, continuidad…
Este núcleo destaca la libertad creativa de Dueñas que le ha permitido investigar, desde diferentes ángulos, la representación del movimiento y la continuidad, rebasando los límites del soporte del cuadro. En las obras mostradas, ella explora el manejo de luces y sombras y las ilimitadas posibilidades de estos recursos en la composición. Incluso llega a trabajar con el contraste máximo producido por el blanco y el negro. Y también experimenta la ausencia del color, repensando así los estudios de la abstracción histórica del legado de Malevich y sus teorías del blanco sobre blanco.
El conjunto, además, enseña ejercicios de la artista con respecto a luz, movimiento y continuidad en cuadros que integran color.
“CONTINUIDAD, línea liberada energía e impulso; amplitud, espacios, distancias. Esta obra nace lejos de presiones estilísticas, sociales o de mercado, surge de experiencias intensamente vividas, de una alegría y una necesidad de SÍNTESIS.”
Olga Dueñas, 1981
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Olga Dueñas. Luna y Lumbre. Acrílico sobre lienzo. 80 x 80 cm. 1982.
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Olga Dueñas. Arpeggio. Acrílico sobre lienzo. 102 x 150 cm. 2013.
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Olga Dueñas. Meditation. Acrílico sobre lienzo. 102 x 150 cm. 2013.
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Olga Dueñas. Los Profundos. Acrílico sobre lienzo. 75 x 90 cm.
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Olga Dueñas. Unfolding. Acrílico sobre lienzo. 80 x 80 cm aprox. 1980s.
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Olga Dueñas. Moonlight. Acrílico sobre lienzo. 76 x 76 cm.
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Olga Dueñas. Campanadas. Acrílico sobre lienzo. 39 x 39 cm.
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Olga Dueñas. Blanquimia. Acrílico sobre papel. 55 x 53 cm. 1980s.
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Olga Dueñas. Autopista. Acrílico sobre lienzo. 105 x 140 cm.
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Olga Dueñas. Autopista Nocturna. Acrílico sobre lienzo. 70 x 120 cm. 1985.
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Olga Dueñas. Adagio. Acrílico sobre lienzo. 3 paneles de 43 x 80 cm.
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Olga Dueñas. Night Wave. Acrílico sobre madera. 109 x 177 cm. 1970s.
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Olga Dueñas. Chorus. Acrílico sobre lienzo. 3 paneles de 43 x 92 cm. 2013.
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Créditos de la Exposición
Investigación, curaduría y textos: Mónica Espinel de Reich
Coordinación: Adriana Dueñas
Museografía y Diseño Gráfico: Daniel Olmedo
Asesoría en la investigación: Lupe Álvarez
Directora ejecutiva del MAAC: Mariella García.
Coordinación MAAC: Sara Bermeo
Conservación: Enrique Tuárez
Comunicación: Lola Márquez y Paola Martínez
Gestión Cultural: Clara Medina
Fotografía y Multimedia: José Luis Castro
Área Educativa: Cristian Levi
Agradecimientos especiales:
Rodolfo Kronfle Chambers, Marcela Blomberg, Eduardo Kingman Garcés, Giada Lusardi, Ileana Viteri, Susan Rochas, Saidel Brito, Humberto Montero, Mauricio Bueno, Betty Wappenstein, María Elena Machuca, Honorio Granja, Guido Díaz, Carmen Hernández, José Antonio Navarrete, Peggy García, Melissa Ramos-Borges, Jeffrey Leder, Raquel Torres Arzola, Mónica Witmer de Jarrín, Gloria Romero, Isabella Chedraui, Renatta Chang.
Fotografías de: Ricardo Bohórquez