Por Christian Proaño
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En este asunto de la investigación en artes, es imperante que todas las disciplinas hagamos el esfuerzo de escuchar-escucharnos. En los estudios visuales y de la imagen, las artes visuales, las artes audiovisuales, en la propia música y el arte sonoro, en las artes escénicas, volvamos a escucharnos mutuamente –interdisciplinarmente- y a nosotros mismos -autorreflexivamente. Necesitamos abandonar el régimen objetivista de la mirada, ese modelo de construir un Otro y una distancia con él para construir conocimiento, modelo de objetividad, racionalidad, cientificidad que hemos construido no sólo entre disciplinas sino con nosotros mismos y nuestras propias prácticas. Para escucharnos necesitamos casi que tocarnos, literalmente con las manos, tan cerca que la frontera entre aquello investigado y el investigador se desvanezca, somos uno sólo en el mismo cuerpo: observador y observado. Vibrando.
En este año en que la muerte se nos ha llevado a tantos artistas tan valiosos, valga poner en valor sus legados. Aquí quiero hoy recordar a Pauline Oliveros y sus metodologías de investigación y sanación a través del sonido condensadas en las Meditaciones Sónicas, absolutamente transdisciplinares, y que en el caso de la investigación en artes las he usado para poner a vibrar palabras en lugar de racionalmente llegar a temas; porque todos podemos cantar, y todos podemos caminar y todos podemos respirar y por eso, todos tenemos el potencial de hacerlo artísticamente para respirando y caminando poner a vibrar nuestra propia y única voz. El sonido puede ayudarnos a enfocar la imaginación en el posible público y tratar de entablar transmisiones intersubjetivas. Si pensamos la visualidad desde el sonido podemos pensar en inmersiones y resonancias; en ecos y retroalimentaciones, en fundamentales y armónicos, en simultaneidad y sintonía. Las preguntas cambian, cambia el lugar de enunciación, cambia la investigación.