La exposición “Presentes Transtemporales” de María José Argenzio se realizó en Casa del Barrio del 29 de octubre al 19 de noviembre, 2021. Publicamos el texto curatorial escrito por Susan Rocha y un registro fotográfico de la exposición y las obras por Ricardo Bohórquez, cortesía de Giuliana Vargas.
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Texto curatorial por Susan Rocha
María José Argenzio (Guayaquil, 1977) construye un diálogo con múltiples temporalidades. Recurre a elementos del pasado como portadores de referentes identificables que son recodificados desde el contexto poscolonial desde el cual la artista enuncia su trabajo. Su obra se muestra como el síntoma de la relación esquizofrénica que el presente tiene con sus pasados, tanto reales como ficticios. Desde allí, escarba las estructuras de poder que permean las relaciones actuales de género, clase y etnicidad.
Su trabajo identifica de manera precisa las sombras que en la oscuridad del mundo contemporáneo parecen ocultarse. No las ilumina, solamente las evidencia, pues estas siguen siendo sombras. El presente parece expandirse hacia varios pasados que inciden, con distintas intensidades, el contexto actual. Así, Argenzio devela espectros, fantasmas y sombras que, como sostiene George Didi Huberman (2.000), son síntomas de algo que ya no debería estar, pero que se niega a morir e insiste en hacerse visible. Así, en la obra de arte coalicionan, se enredan y bifurcan múltiples temporalidades estratificadas que la dotan de sentido; por ello el nombre de Presentes Transtemporales.
El pasado es usado por Argenzio como una forma de resistencia frente a las prácticas hegemónicas, como un síntoma que permite diagnosticar la naturalización de formas patriarcales, clasistas y racializadas de ser y estar en el mundo. Se evidencia que la matriz colonial se encuentra habitando las subjetividades actuales como un espectro/fantasma. Comprender estas sombras como insistencias, como fantasmas que se niegan a aceptar su muerte quizás permitiría repensar el mundo desde otras imaginaciones y otras formas de existencia.
La obra, al igual que las sombras que evidencia, no puede ser reducida a una apariencia. Sus referentes provienen de la cultura material que el deseo de denostar nobleza ha producido a lo largo del tiempo: escudos nobiliarios (Genealogías, More Nobilium, Banderines), y en sus últimas obras también recurre a referentes formales de los títulos aristocráticos; marcos de retratos señoriales (Saltatrás o Tornatás). En este mismo sentido, se apropia de columnas arquitectónicas (La más castellana de América, Ruinas), la una tomada de la iglesia de San Francisco de Quito, aludiendo a la simbología colonial y la otra, de una edificación guayaquileña diseñada por arquitectos italianos. En su obra aparece el uso recurrente del pan de oro como un metal ostentoso que cubre solo una capa superficial de otro elemento (Chiquita). Los referentes mutan su forma y a la vez logran que los materiales seleccionados irrumpan en la memoria del espectador. Cobran vida y mueven las relaciones y tensiones entre el presente y el pasado.