En la presente publicación compartimos una memoria del proyecto Secreto Sarayaku realizado por Misha Vallejo y el Pueblo Originario Kickwa de Sarayaku. El post incluye una reseña realizada por Ana Rosa Valdez, una selección de fotografías, un registro documental de la exposición presentada en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito de noviembre de 2020 a marzo de 2021 (curaduría de Gabriela Moyano), así como de la publicación impresa, cortesía del artista.
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«Secreto Sarayaku»: De la selva mágica a la Selva Viviente
Por Ana Rosa Valdez
La selva viviente que retrata Misha Vallejo es cuerpo múltiple, abundante, urdimbre originaria y abierta al mundo. Lugar y metáfora de intransigencia en favor de la vida. En su lente vibran siglos de enfrentamientos geológicos, orgánicos, espirituales, tejidos sociales y culturas milenarias, tanto como la frágil contextura de lo nuevo. Secreto Sarayaku es un homenaje a los seres que resisten en la Amazonía, que afirman su existencia a contracorriente del signo extractivista que imponen las fuerzas estatales, empresariales y de una sociedad urbana que, cómplice o cínicamente, impone con sus formas de vida una lógica sacrificial a los ecosistemas y territorios selváticos. Es un homenaje que celebra la autodeterminación de los pueblos amazónicos.
Cuando Vallejo comenzó a aproximarse al Pueblo Originario Kichwa de Sarayaku llevaba varios prejuicios junto a su cámara. Visitar la comunidad en varias ocasiones, compartir chicha, escuchar historias y trabar vínculos de amistad abrieron su perspectiva del mundo amazónico. Se comenzó a interesar por los Sacha Runakuna, espíritus que cuidan la selva. En su intento de aproximarse a ellos, comenzó a ver a las personas de la comunidad como aquellos seres protectores.
Secreto Sarayaku se compone de una narración web, una publicación impresa y una exposición en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito. En cada presentación el proyecto reúne las fotografías de Vallejo y textos de la declaración del “Kawsak Sacha” (Selva Viviente) del Pueblo Sarayaku. Un lazo de colaboración entre quienes hacen el proyecto ha sido determinante para no reproducir relaciones verticales entre el fotógrafo y las personas fotografiadas, y no favorecer la desigualdad en el uso social y estético de las imágenes sino una visibilidad compartida en la esfera pública de la cultura.
Vallejo evita la idealización exotizante en sus fotografías. Resalta, por el contrario, una mirada relacional que busca en la vida cotidiana de Sarayaku la pervivencia de un pasado ancestral que convive y se hibrida con formas occidentales de cultura. Las imágenes buscan la fruición visual en la belleza de los cuerpos vegetales y fluviales, el cielo nocturno y sus estrellas visibles en la oscuridad del bosque, la gente en la faena y el solaz de cada día, los objetos que dan cuenta de un hacer propio y de la fabricación foránea, la tierra que alberga todo esto como un hogar sagrado.
La eficacia estética de las fotografías se sustenta en un uso propositivo de los recursos de este medio. El primero que llama la atención es un tipo de encuadre que recorta poéticamente la realidad para destacar cosas inusuales que, en una visión general, pueden pasar desapercibidas (como lo haría un Manuel Álvarez Bravo al retratar la cotidianidad mexicana); de esta manera, Vallejo introduce el humor en su apreciación de la vida comunitaria. En segundo lugar, resaltan las composiciones que buscan contar historias. Vallejo suele esperar el instante decisivo para fotografiar situaciones que, de haberlas planeado, no serían tan excepcionales. Para potenciar la narración fotográfica, emplea un esquema de color complementario (dorados, naranjas, rojos vs azules y verdes) que produce atmósferas vibrantes y evocativas y una percepción de la selva viviente como una entidad capaz de armonizar fuerzas antagónicas. Los efectos de la larga exposición también son aprovechados con fines estéticos para sugerir una convergencia de tiempos, historias. Finalmente, un recurso fundamental es el contraste simbólico de elementos dentro del campo fotográfico que refuerza la idea de lo extraordinario en lo cotidiano.
Con respecto a esa idea, cabe mencionar que para Vallejo el realismo mágico es un referente, sobre todo en su vertiente literaria. La selva mágica fue recreada por las vanguardias regionales que, entre los años treinta y setenta, buscaron afirmar una visión de lo americano en donde lo insólito se manifiesta, con verosimilitud, en la vida cotidiana. Esta corriente buscaba armonizar una realidad sujeta a la racionalidad urbana, tecnológica, con una realidad en donde lo mítico tiene un valor simbólico primordial. La ficción fue el medio privilegiado de estas narraciones y es una fuente con la que Vallejo busca dialogar en sus fotografías, principalmente, para revelar las contradicciones de la cultura contemporánea que se desarrolla en la comunidad amazónica. Pero, a diferencia de las obras mágico-realistas, su propuesta no es autoral en el sentido estricto, ya que el Pueblo Kichwa participa de manera decisiva en ella, interviniendo a través de sus propios intereses. La labor conjunta entre José Miguel Santi, líder de comunicación de Sarayaku, y Vallejo fue clave para propiciar un mutuo entendimiento.
Si intentamos rastrear antecedentes en la historia de las imágenes, cabe mencionar la fotografía antropológica del siglo XX, por ejemplo, las fotografías etnográficas de Paul Rivet (ver investigación de María Fernanda Troya), las memorias de las misiones católicas en la Amazonía (ver libro “En la mirada del otro”), las fotografías documentales de Rolf Blomberg, Karl Goldschmid, Gottfried Hirtz, Isidor Kaplan, Erwin Patzelt, entre otros exploradores e inmigrantes europeos que retrataron esa región a mediados del siglo pasado (ver curaduría de Paulina León). Y, más recientemente, la obra de Eriberto Gualinga, documentalista de Sarayaku, que desafía la mirada occidental de los pueblos indígenas por medio del autoreconocimiento, y el proyecto Tawna que realiza propuestas audiovisuales desde el territorio amazónico, entre otros.
Es importante recordar que el cuestionamiento a la invención de otredades culturales realizada por la antropología positivista fue cuestionada desde la misma antropología. A lo largo del siglo XX, esta disciplina se transformó a través de diversas epistemologías y cosmovisiones que no obedecen a la racionalidad occidental. Desde el trabajo post-estructuralista de Claude Levi-Strauss y luego, más recientemente, con la labor de antropólogos como Philippe Descola, Eduardo Viveiros de Castro, Eduardo Kohn, Arturo Escobar, Anne- Gaël Bilhaut, entre otros, la visión antropológica de la Amazonía y, por lo tanto, de la fotografía antropológica cambió radicalmente. La obra de Vallejo está impregnada del aliento que traen consigo estas perspectivas: un lugar de enunciación que busca la horizontalidad al momento de presionar el obturador, una mirada que valora la diferencia cultural como un trazo característico de lo humano, una actitud de aprendizaje e intercambio mutuo basado en códigos culturales comunes y acuerdos.
Contra la idea de que la exposición en el CAC es una “forma de traer la selva a la ciudad”, es preciso entender la puesta en escena como una pregunta incisiva: ¿Qué significa la selva viviente en el mundo urbano en donde vivimos? ¿Qué lazos nos unen a ella? ¿Cómo nos relacionamos con los seres que la habitan? ¿Siquiera hemos ido a su encuentro?
Secreto Sarayaku es uno de los proyectos más sólidos de la fotografía contemporánea en el Ecuador. La experiencia del pueblo Sarayaku es reconocida internacionalmente como una historia de la resistencia amazónica. Su apertura al mundo a través de las plataformas virtuales ha permitido llevar sus demandas más allá de los medios de comunicación locales. Por su parte, la trayectoria de Vallejo sólo ha ido en ascenso: Estados foráneos (2012-2013, presentado en galería Más Arte en 2017), Manta Manaus (proyecto ganador de Fondos Concursables del Ministerio de Cultura 2015), Al otro lado (Premio Nuevo Mariano Aguilera 2015), Siete punto ocho (publicación realizada con Isadora Romero en 2018) son propuestas que dan cuenta de un interés legítimo en el trabajo colaborativo con personas y comunidades diversas.
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Registro de la exposición en el Centro de Arte Contemporáneo
Por Misha Vallejo
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Instalación de fotografías de niños y niñas de Sarayaku realizadas en un taller impartido por Misha Vallejo
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Video instalación con documentales sobre la vida en la comunidad de Sarayaku
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Fotografías del libro Secreto Sarayaku realizadas por Misha Vallejo
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