A propósito de la exposición “Universo Libre” de la artista japonesa Yoko Ono, presentada en el Centro Cultural Metropolitano de Quito (CCM), compartimos dos textos a cargo de Ana Rosa Valdez y Guillermo Morán, publicados originalmente en CartóNPiedra de diario El Telégrafo. La muestra fue curada por el español Agustín Pérez Rubio, quien realizó una propuesta específica para Quito a partir de la curaduría del MALBA de Buenos Aires. Acompañamos esta publicación con un registro de fotografías de la exposición, gracias a la cortesía del CCM.
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LA POÉTICA EN ACCIÓN DE YOKO ONO: LA DIMENSIÓN SENSIBLE DE LO COTIDIANO
Por Ana Rosa Valdez
Originalmente publicado en CartóNPiedra
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Quienes desean conocer el sentido que tienen los lenguajes y soportes del arte contemporáneo, encontrarán en la exposición Universo Libre, de la artista japonesa Yoko Ono, una posibilidad histórica interesante. La muestra tiene lugar en el Centro Cultural Metropolitano de Quito (CCM), institución que en los últimos años ha presentado varias propuestas curatoriales con énfasis en la producción artística internacional. En esta ocasión, nos trae la obra de una creadora considerada como pionera del arte conceptual, del performance y el videoarte.
El trabajo artístico inicial de Yoko Ono estuvo involucrado con el movimiento Fluxus, organizado por George Maciunas en 1962, en el que se integraron distintas manifestaciones artísticas visuales, musicales, escénicas y literarias, en una propuesta que realmente propugnaba el antiarte. Buscaba la no distinción entre arte y vida, enfatizaba lo banal, lo intrascendente de la rutina cotidiana, y aquellos aspectos subjetivos o íntimos del día a día. Los artistas de la posguerra vinculados a Fluxus pretendían alejarse de la hegemonía del expresionismo abstracto norteamericano, de los nacionalismos implícitos en algunos movimientos de vanguardia, y de los convencionalismos de las instituciones culturales. Era un movimiento internacional que se concentró en Alemania, pero tuvo diversas conexiones con Nueva York, Tokio, Estocolmo, París, Praga, Ámsterdam, Londres, Copenhague y Madrid.
Una de las figuras que más influenció a Fluxus fue el artista y compositor norteamericano John Cage, quien en 1952 realizó una de las obras precursoras del arte conceptual: 4’33”. En esta propuesta se observan ideas fundamentales para entender el arte que vino después: la búsqueda experimental a partir de una reflexión sobre el medio, el interés en forjar una relación participativa con la audiencia, y el valor de lo aleatorio en la creación de arte. 4’33” era una partitura musical que indicaba al intérprete no ejecutar ningún sonido con su instrumento (que podía ser cualquiera) durante cuatro minutos y treinta y tres segundos. Para ello, Cage incluyó en la notación musical la palabra tacet, que significa mantener silencio.
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John Cage. 4´33´´. 1952
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Esta acción constituye un antecedente de la noción de «acontecimiento» que proponía Fluxus, una manera de «fluir» artística y vitalmente. George Brecht, un miembro clave del movimiento, reconoce la influencia de Cage al hablar de un nuevo paradigma artístico en su ensayo Chance Imagery (Imágenes del azar, escrito en 1958 y publicado en 1966). Según el teórico Benjamin Buchloh, en este texto el artista neoyorquino define a los acontecimientos como «iluminaciones íntimas y minúsculas que deseaba transmitir a mis amigos, los cuales sabrían qué hacer con ellas».
Una de sus instrucciones más famosas es Drip Music (1959-1962): «Para uno o varios intérpretes. Una fuente con agua que gotee y un recipiente vacío se disponen de tal forma que el agua caiga en el recipiente». Las distintas maneras de ejecutar esta pieza, que pueden ir desde hacerlo con una jarra y un vaso de vidrio hasta con una cisterna y la boca de alguien, evidencian cómo lo lúdico, lo azaroso, lo intrascendente, lo inacabado y lo performativo son claves para entender el sentido de las instrucciones. También se utilizó el término partitura (event score) para denominar a esta especie de guion de una acción o performance, en el que el artista cedía su autoría individual a la posibilidad de una autoría colectiva en la ejecución de la obra.
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George Brecht. Drip Music. 1963
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En 1964, Ono publicó Grapefruit (Pomelo), un libro en el que recopiló una serie de «instrucciones» que intentaban desmaterializar completamente a la propuesta artística, y resaltar su aspecto conceptual, con el fin de que cualquier persona pudiera hacer arte. A diferencia de Drip Music, las instrucciones de Yoko Ono están concebidas como «poesías en acción», es decir, son enunciados imperativos que albergan la posibilidad de su ejecución, y en esa posibilidad contienen una fuerza expresiva que intenta ser autosuficiente. No necesitan recrearse materialmente para existir; su existencia es fundamentalmente poética:
PIEZA DE NIEVE (1963) Piensa que la nieve está cayendo. Piensa que la nieve está cayendo en todas partes todo el tiempo. Cuando hables con una persona, piensa que la nieve cae entre ti y la persona. Deja de hablar cuando creas que la persona está cubierta de nieve.
PINTURA PARA AMPLIAR Y VER (1961) Escribe quinientos números de teléfono en un lienzo en un espacio tan grande como la palma de tu mano. Los números pueden superponerse entre sí. Además, los números pueden ser todos iguales. Observa el dibujo ampliándolo con un microscopio. Además, puedes tomar una fotografía del dibujo y ampliarlo al tamaño que prefieras.
PINTURA PARA DEJAR PASAR LA LUZ DE LA NOCHE (1961) Cuelga una botella detrás de un lienzo. Coloca el lienzo donde entra la luz del oeste. La pintura existirá cuando la botella cree una sombra en el lienzo, o no tiene que existir. La botella puede contener licor, agua, saltamontes, hormigas o insectos cantores, o no tiene que contener.
La reflexión acerca del medio en el que se desarrolla la propuesta artística es fundamental en el arte conceptual. Al eludir la primacía del objeto material, que había caracterizado al arte durante siglos, se intenta poner énfasis en su sentido a través del lenguaje. Esto no quiere decir que el soporte no sea importante, sino que este se encuentra supeditado al concepto de la obra, el cual puede ser expresado a través de distintos medios y mantener —de todos modos— un mismo impulso creativo.
Una obra como Lighting Piece da cuenta de ello. La pieza constituye una instrucción y un video arte. En la primera, Yoko Ono propone una acción cotidiana, cuya intrascendencia lleva a pensar en una forma de meditación contemplativa: «Enciende un fósforo y mira hasta que se apague». Desde los años cincuenta, varios artistas occidentales se habían interesado en la experiencia vital que profesa el budismo, pero para Ono sus referentes en este sentido provenían de su cultura japonesa. La escritura de haikus, por ejemplo, que realizaba en el Sarah Lawrence College, donde estudiaba en esa época, anticipa de algún modo sus «instrucciones», así como su manera de observar la realidad cotidiana, aparentemente intrascendente. En el video de Lighting Piece se constata visualmente el interés en el gesto mínimo: la obra llama la atención sobre una acción banal que puede convertirse en una experiencia artística.
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De este modo, el arte conceptual bordea la frontera establecida entre arte y vida, que desde hace siglos había sido fundamental para separar lo artístico (entendido como algo sagrado, mágico-religioso) de la experiencia cotidiana (profana). Al apropiarse de las instrucciones de Ono, mediante una lectura participativa, las personas podían convertirse en creadoras de arte desde la actividad de su propia imaginación.
Para Pilar Estrada Lecaro, directora del CCM, la exposición Universo libre continúa con la línea de las exposiciones internacionales que han sido presentadas en este espacio en los últimos años. Al igual que Atopía: Migración, legado y ausencia de lugar y La intimidad es política, la muestra de Yoko Ono intenta «apelar a las fibras sensibles de la sociedad», según indica Estrada, pues demuestra las preocupaciones de una artista que hace cincuenta años estaba tratando temas que siguen siendo importantes hoy, como la necesidad de una cultura de paz, la ecología y la lucha contra la violencia de género. «Yoko habla de situaciones cotidianas, pero desde una dimensión sensible. Ella valora las pequeñas cosas», agrega Estrada. Según la curadora y gestora guayaquileña, con esta exposición se busca evidenciar los procesos históricos del arte contemporáneo, pues muchas de las propuestas artísticas actuales tienen sus antecedentes en el arte conceptual.
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Ejemplo de ello es la obra Selva (2013-2014) del artista ecuatoriano Christian Proaño. Esta propuesta constituye una partitura en la que se solicita a los intérpretes «sonar con un ser de la selva» en el espacio público, con un instrumento musical, un objeto, su voz o su propio cuerpo. En 2013, la idea surgió en un taller impartido por el artista colombiano Mauricio Bejarano en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito; la pieza fue ejecutada en la Plaza Grande durante una manifestación a favor de la explotación del Parque Nacional Yasuní. Posteriormente, Selva fue interpretada con los Yasunidos en el mismo lugar, en el aniversario del día en que el expresidente Rafael Correa aprobó la actividad petrolera en el Yasuní. La autoría de esta pieza recae en su partitura, que pertenece a Proaño; sin embargo, la interpretación performática y el registro sonoro de la misma son de dominio público. En esta propuesta encontramos algunas nociones que sustentaron las «instrucciones» de Yoko Ono y otros artistas conceptuales: la obra inconclusa y efímera, el azar como procedimiento creativo, lo aleatorio del lenguaje, el arte entendido como la idea sobre el arte, la autoría compartida, el público como creador de la obra, el concepto frente a su consecución material, el arte como utopía libertaria…
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Fragmento de “Párrafos sobre arte conceptual”
Sol LeWitt
En el arte conceptual la idea o concepto es el aspecto más importante de la obra. Cuando un artista usa una forma artística conceptual, significa que todos los planes y decisiones se toman previamente y la ejecución es un asunto secundario. La idea se transforma en una máquina que hace arte. Este tipo de arte no es teorético o ilustrativo de teorías; es intuitivo, está comprometido con todo tipo de procesos mentales y no tiene propósito. Suele ser libre e independiente de la habilidad del artista como artesano. El objetivo de un artista que se ocupa de arte conceptual es hacer que su obra sea mentalmente interesante para el espectador, y por lo tanto querrá transformarla en algo emocionalmente seco. Sin embargo, no hay razón para suponer que el artista conceptual quiera aburrir al observador. Sólo la expectativa de una patada emocional, a lo que nos acostumbra el arte expresionista, es lo que disuadiría al observador de percibir este arte.
El arte conceptual no es necesariamente lógico. La lógica de una pieza o serie de piezas es un dispositivo que se usa algunas veces, sólo para ser arruinado. La lógica puede ser usada para camuflar la intención real del artista, para calmar al espectador haciéndole creer que entiende la obra, o para inferir una situación paradojal (como lógico vs. ilógico). Algunas ideas son lógicas en su concepción pero perceptualmente ilógicas. Las ideas no precisan ser complejas. La mayoría de las ideas exitosas son ridículamente simples. Las ideas exitosas suelen aparentar de simplicidad porque parecen inevitables. En términos de ideas el artista es libre incluso de sorprenderse a sí mismo. Las ideas son descubiertas por intuición.
Revista Artforum, vol. 5, No. 10, New York, Junio 1967.
Traducción Florencia Fragasso
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LA HISTORIA DESDE OTRO ENFOQUE: CUANDO YOKO CONOCIÓ A JOHN LENNON
Por Guillermo Morán
Publicado originalmente en CartóNPiedra
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A estas alturas parece ser lo correcto. Quiero decir, aquella tarea que implica sacar de la sombra de los bastidores a aquella mujer que estuvo siempre detrás de la figura pública. Reparar la mirada en la artista desconocida más famosa del mundo, como el mismo John Lennon la describió alguna vez. Un acto de justicia que el mismo ex Beatle fue el primero en encabezar desde que se casaron hasta el último de sus días.
Después de todo, se trata de ver aquello que no hemos querido ver, lo que no nos ha interesado. Machismo, moralismo, fanatismo, llámenlo como quieran ¿Quién es Yoko Ono, aparte de aquella mujer que sale desnuda a lado de John Lennon en la portada de Two virgins, álbum que fue ideado entre los dos, una noche de mayo de 1968, aprovechando que Cynthia Lennon no estaba en casa? ¿Quién es, sino aquella poco simpática mujer que se convirtió de la noche a la mañana —por una razón incomprensible para las hordas de fans que desmayaban al verlos— el amor de la vida de John? ¿Quién es, sino la causa de la desintegración de la legendaria agrupación de Liverpool?
Poner en valor la trayectoria de Yoko Ono resulta complejo, principalmente por una cuestión de prejuicios. Se trata de una artista que estuvo vinculada a Fluxus antes de la conformación de los Beatles, movimiento que contribuyó a configurar lo que hoy conocemos como arte contemporáneo. Pero hay que admitir que estamos hablando de una artista a la que no se ha querido escuchar, inicialmente por los abogados que manejaban los asuntos de John Lennon —cuando el mismo Lennon encargó a Ono hacerlo— hasta los actuales fans de los Beatles, entre otros. Pensando en ellos intentaré narrar la misma historia de siempre, a excepción de que lo haré desde el otro lado. Es decir, no cómo John Lennon conoció a Yoko Ono, sino cómo Yoko Ono conoció a John Lennon.
No es difícil asumir que Yoko Ono era más experimentada en temas amorosos que John Lennon en 1966, año en el que se conocieron. No estamos hablando de un número de compañeros sexuales, eso solo puede quedar en la especulación. Pero podemos hablar de fugas, rupturas, matrimonios y otras experiencias análogas. John Lennon no fue ni siquiera el primer esposo músico de Yoko Ono. Cuando se conocieron, la artista de nacionalidad japonesa y norteamericana estaba ya teniendo problemas en su segundo matrimonio con Anthony Cox, productor cinematográfico y promotor artístico.
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Cuando Cox y Ono decidieron casarse, ella se encontraba en una institución mental. Ingresó allí luego del fracaso de su primer matrimonio con Toshi Ichiyanagi, compositor vanguardista japonés, alumno de John Cage. Este último también fue maestro y colega de Yoko Ono —llegaron a trabajar juntos e incluso hicieron una gira en Japón—. Es especialmente recordada la anécdota en la que la artista incendió un lienzo como parte de una obra de arte, Cage le recomendó que la próxima vez utilice un retardante de llamas. Cox fue clave para que liberasen a Yoko Ono de su reclusión por enfermedad mental. Fruto de su matrimonio tuvieron una niña, Kyoko Chan Cox, que nació en 1963. Fue el padre quien se dedicó principalmente a cuidar de la niña, mientras Yoko Ono estaba más bien enfocada en su carrera artística.
Por lo tanto, en 1966, tanto Yoko Ono como John Lennon estaban casados y tenían cada uno respectivamente un hijo, pero al mismo tiempo, ambos estaban más centrados en su trabajo que en sus familias. Yoko Ono ya tenía una considerable trayectoria para entonces: Desde que se mudó a Nueva York con su familia, a inicios de la década de 1950 y tras inscribirse en la universidad Sarah Lawrence College, empezó a frecuentar el mundo artístico que jamás abandonaría. Inicialmente fue conocida por su “Instruccional art”, desarrollado durante su primer matrimonio con Ichiyanagi, obras que remiten a los espectadores a ser creadores activos de la obra. Además de Cage, Yoko Ono, para inicios de los sesenta, había colaborado con artistas como Merce Cunningham, Ornette Coleman y Andy Warhol. Todo esto antes de conocer al legendario Beatle.
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Si bien Yoko Ono ya era reconocida en el mundillo del arte neoyorkino, e incluso en Japón, todavía le faltaba mucho mundo por recorrer. La artista visitó Londres en septiembre de 1966, en el marco del Destruction in Art Symposium (DIAS) organizado por el artista y activista político Gustav Metzger, cuyo fin era hablar de cómo la destrucción en los happening y otras formas artísticas se relacionaba con las fuerzas destructivas dominantes en el mundo. Yoko Ono fue la única artista mujer invitada a desarrollar eventos propios durante el simposio, además de ser invitada como ponente.
Dos meses después, en noviembre, Yoko Ono estaba dando los últimos toques para su muestra de arte conceptual Unfinished Paintings and Objects, para estrenarse en Londres. Uno de los dueños de la Indica Gallery —donde Ono exhibiría su trabajo artístico—, John Dunbar, invitó a John Lennon a ver el trabajo de la artista previo a la inauguración, comentándole que se desarrollaría un happening. Ya en la galería, el “millonario Beatle” —palabras con las que supuestamente Dunbar le habló a Yoko Ono de John— se quedó estupefacto ante la funda de uñas que costaban 100£ y una manzana fresca a 200£, cuando, como confesó en una entrevista posterior para la BBC, él estaba esperando algo así como una orgía.
La polémica historia de amor entre la superestrella y la artista es bien sabida. Después de conocerse, durante 18 meses Yoko y John se mantuvieron en contacto. Ella utilizó sus instrucciones para seguir cautivando a la superestrella de rock, con frasecitas como: “Respira” o “Mira todas las luces antes del amanecer”. Una noche en la que la entonces esposa de Lennon, Cynthia Powell, se marchó de vacaciones a Grecia, John Lennon invitó a Yoko Ono a pasar una velada juntos, fruto de la cual surgió no solo un par de divorcios, sino también el primer disco en colaboración de ambos: Unfinished Music No. 1: Two Virgins. Este álbum nos recuerda menos a I wanna hold your hand que al trabajo vanguardista de John Cage y otros músicos que centraban su trabajo la experimentación musical. Además de esto, la portada del álbum muestra a John y a Yoko con un desnudo frontal. Si bien el giro experimental de los Beatles ya había iniciado antes, es gracias a Yoko Ono que una canción como “Revolution 9” forma parte del arsenal Beatle.
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La unión de la estrella de música y la artista vanguardista desembocó en una comunión ligada a diversos intereses, siendo quizás el más visible, el activismo. Su luna de miel fue una forma de protesta pacifista: Bed-In Peace, realizado en la habitación 702 del Hotel Hilton en Amsterdam. Allí, unos 30 reporteros encorbatados tuvieron que agacharse para escuchar lo que la pareja más célebre del mundo del entretenimiento tenía que decir acerca de la paz mundial. La mayor parte de la atención la tuvo John, y lo que ella quería expresar para muchos asistentes no era relevante. Varias personas los criticaron por ser inconsecuentes y usar la paz como forma de autopromocionarse. Sea o no así, Yoko Ono no era era ajena a las consecuencias de la guerra: Ella y su familia sufrieron el bombardeo masivo de Tokio ocurrido en marzo de 1945. Tuvieron incluso que mendigar por comida para sobrevivir, por lo tanto conoció de primera mano los horrores de los conflictos bélicos.
Yoko Ono y John Lennon grabaron música en conjunto a través de la Plastic Ono Band, que en su tiempo no tuvo ni de cerca el éxito comercial que habían tenido los Beatles. Sólo pocos críticos, como Lester Bangs, quien llamó al conjunto como “visionario”, pudieron apreciar el disco más allá de la polémica que el romance entre John y Yoko había generado. La mayor parte de la fanaticada no creía en Yoko, mientras que John Lennon la defendió a capa y espada hasta sus últimos días.
Una prueba de confianza es que durante los cinco años en los que el músico británico se dedicó a cuidar de su pequeño Sean Lennon, Yoko Ono se encargó de las finanzas familiares. En ese periodo ella casi cuadruplicó su valor, según el documental de VH1 Behind the Music John Lennon, The last years and legacy. Otra prueba de confianza: al momento de buscar una compañía disquera para el último disco que grabaron juntos, John Lennon solo aceptó a la discográfica que acudió a Yoko en lugar de él: Geffen.
Lo incompleto está en el núcleo de la obra artística de Yoko Ono: las instrucciones solo cobran vida cuando alguien las ejecuta, Half-A-Room es la inhabitabilidad de un hogar que ha dejado de ser compartido. Posteriormente, Yoko Ono construyó su obra junto a John Lennon con una misma ansiedad de complemento, y de hecho, fue una primera instrucción la que hizo que ambos artistas hicieran click. La instrucción de la obra Hammer a nail incentivaba a los visitantes a dibujar una imagen con clavos a través de un martillo, pero ya que Lennon visitó la muestra antes de su inauguración, Ono le prohibió que empiece con la ejecución de la obra a pesar de su interés en hacerlo. Luego de insistir un poco más, quedaron en algo: él iniciaría la obra con un clavo imaginario, y a cambio ella recibiría también unos cuantos centavos imaginarios. Todo empezó imaginando. Imaginando fue como construyeron su legado.
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REGISTRO DE LA MUESTRA “UNIVERSO LIBRE”
Fotografías: Cortesía del MetQuito
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Yoko Ono. Árbol de los deseos.
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Yoko Ono. Pieza Reparación.
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Yoko Ono. Escultura parlante para Ecuador.
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Yoko Ono. Pintura de techo (Pintura del sí).
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Yoko Ono. Lighting piece.
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Yoko Ono. Mi mami es hermosa.
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Yoko Ono. Pieza Risa. 1961.
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Yoko Ono. Estampa la paz en la ciudad que quieras.
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Evento “Agua”. Yoko Ono convocó a artistas latinoamericanos (seis de ellos ecuatorianos) para que produjera piezas a manera de “recipientes” en donde ella pudiera verter el líquido vital. Participantes: Tania Bruguera, Pablo Cardoso, Jenny Jaramillo, Manai Kowii, Runo Lagomarsino, Hernán Marina, Teresa Margolles, Amalia Pica, Manuela Ribadeneira, Paúl Rosero, Oscar Santillán y Tercerunquinto.
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