En noviembre de 2020, en la galería +Arte, se llevó a cabo la primera exposición individual de Yazmeen P. Loaiza en el país. Compartimos el texto de la muestra, escrito por Ana Rosa Valdez, imágenes de las obras, un registro fotográfico, cortesía de Gabriela Moyano, y una breve entrevista con la artista en donde se refiere a su proceso creativo.
–
Yazmeen P. Loaiza: Algo sobre otra cosa
Por Ana Rosa Valdez
Hallazgos de una exploración íntima, afectiva. Las fotografías de Yazmeen P. Loaiza discurren en un traslapamiento de memorias sensoriales, de las que sólo muestra porciones ambiguas. Su mirada se enfoca en los cuerpos y pieles de las mujeres que la rodean: abuela, madre y esposa son retratadas de manera sensible; la fruición visual sobre esos cuerpos prevalece.
La fotografía como huella, como fragmento posible de una realidad más compleja y como lenguaje que eventualmente se inclina a las metáforas de la abstracción, le permite a la artista condensar múltiples impresiones —vivencias, momentos, lugares— en una misma imagen. A través de la doble exposición analógica, las obras de Loaiza oscilan entre memorias inconclusas, dispuestas allí para ser reorganizadas narrativamente. En ellas resuenan rezagos de experiencias cuyo significado es ambiguo: a través de lo indefinido, la artista intenta representar de otras maneras el cuerpo feminino, llevando al público a preguntarse por lo que es visible, pero también por lo que permanece discreto en las imágenes. Entonces descubrimos que lo que interesa aquí es una reflexión sobre el lenguaje fotográfico. El desenfoque y la sobreexposición estimulan la percepción visual, y pueden suscitar disímiles interpretaciones.
Introspectivamente, en algunas obras Loaiza explora una feminidad y un erotismo lésbico que se expresa en la experimentación matérica con su flujo menstrual (Estela) o en el acto de captar la espontánea desnudez de su pareja (Rito en Canelos III). La idea del círculo, en cuanto alusión al óvulo, al útero, gravita sobre ciertas imágenes.
Entre las vivencias que se evocan aparecen recorridos por la geografía local, a la que la artista regresa luego de estudiar en el extranjero. Las texturas que relucen en sus fotos expresan una aproximación cautelosa a las superficies de los lugares por los que transita. En ellas aparecen rastros de Pedro Vicente Maldonado, Nanegalito, el Cotopaxi, la Amazonía, las playas de la Costa ecuatoriana… Irreconocibles, estos lugares constituyen una referencia visual más que territorial, y también afectiva, lo cual contribuye a perfilar el contorno más intimista de las obras.
La exposición en +Arte es la primera incursión individual de Loaiza en la escena artística local. Su obra se halla en plena sintonía con la búsqueda de nuevas representaciones de la feminidad, más allá de los debates politizados. Su exploración del medio fotográfico nos lleva a pensar en variables no contenidistas sobre este tema, y en las formas estéticas que pueden albergar las nuevas demandas.
La Mariscal, 25 de octubre de 2020
–
Fotografías de la serie Mímesis
–
Entrevista con Yazmeen P. Loaiza
Por Ana Rosa Valdez
Una reflexión en torno a la Identidad, el cuerpo, la feminidad y la memoria se entrelaza con tu práctica fotográfica cuando retratas a mujeres de tu familia o, incluso, cuando captas determinados lugares y sus texturas físicas y temporales. ¿Por qué te interesan estas coordenadas conceptuales? ¿Cómo las interpretas en tus imágenes?
Me gusta la posibilidad de abstraer nuestra lectura sobre los cuerpos, los mismos que crean nociones sobre la identidad. Los paradigmas y dogmas que se han forjado sobre nuestros cuerpos son dicientes pero limitantes, llegan a ser incluso identidades violentas por su hermetismo. El canalizar su simbología y su significado hacia algo inconcreto permite un relacionamiento activo y se convierte en un referente de análisis y autoconocimiento. El uso de texturas parte de la contemplación que me producen las geografías, los elementos. Existe en ello una comprensión sobre el movimiento y lo cambiante de todos los objetos, en estos espacios coexisten el tiempo y la memoria. Procuro sentir y crear algo sinestésico a partir de las 2 dimensiones de la fotografía. Está también la pura curiosidad.
Las personas, espacios y sucesos que aparecen en tus fotos, de manera velada y sugerente, revelan decisiones afectivas al momento de capturar impresiones de tu entorno circundante. ¿Qué peso tienen las emociones y los afectos en tu trabajo artístico?
No se dan sólo al momento de capturar la imagen, sino también en el revelado o la edición y ampliación de las fotografías. Es un trabajo que se desarrolla en etapas, desde la captura con la cámara hasta el momento del montaje. Suele suceder que el traslapamiento de imágenes nace de circunstancias y contextos distintos, que pueden tener desde dos a tres años de distancia. Pero que al juntarse se instalan en algo estético, emocional y conceptual. En realidad, esa mixtura de imágenes es un engranaje de investigación, análisis, experiencias y tiempo. Con ello, los afectos se generan como parte esencial del trabajo, tanto en el proceso creativo como en el resultado. Las fotografías nacen de la experimentación de lo análogo; casi nunca estoy segura de lo que va a suceder y me sorprenden muchísimo. No intento representar algo inalterable, todo lo contrario, me interesa la imagen mutante.
En algunas de tus obras, las tecnologías análogas de reproducción de imágenes se convierten en un campo de experimentación técnica. Es interesante porque en los últimos años en la escena artística local, se ha producido una suerte de revival de la fotografía analógica como medio y posibilidad discursiva. ¿Qué valor tiene esta decisión en un mundo que, cada vez más, se inclina hacia la imagen digital y la mediación virtual?
Los procesos análogos toman mucho tiempo y cada paso es una sorpresa y una memoria, también son meditativos por su acción repetitiva. La fotografía análoga es muy manual, me gusta hacer con las manos y recurrir al material físico. Estudié artes visuales antes de estudiar cine y pienso que los dos mundos se conjugan bien en la fotografía análoga. Junto a la fisicalidad de mis imágenes está también la aproximación a un montaje que permita aspectos participativos, tocar la obra y recrearla, como sucedió en Masculinidades. En cuanto a la posibilidad discursiva de la fotografía análoga, en realidad no lo sé, lo estoy descubriendo. Creo que siempre busco formas de intervenir la imagen, me gusta que las obras no estén caracterizadas en un sólo medio y he empezado a producir con otros materiales, lo verán pronto.
¿Te interesa desplegar una mirada femenina o feminista en tu práctica artística?
El contexto en el que vivimos contribuye a una lectura feminista de la obra porque el feminismo me atraviesa, es mi realidad y eso tendrá una consecuencia en la obra. La obra en sí no está al servicio de ciertos marcos referenciales, me gusta dar apertura a la interpretación de las imágenes. Dentro de mis procesos se da una extensa labor investigativa. A partir de ello puedo nombrar a varias referentes que han iluminado reflexiones sobre identidad, equidad y feminismos. Puedo nombrar a grandes escritoras ecuatorianas contemporáneas como María Fernanda Ampuero, Gabriela Alcívar Bellolio, Mónica Ojeda y Gabriela Ponce. Recientemente, me encontré con los textos de Olma a quien admiro mucho y estamos produciendo un proyecto juntes. Otras grandes referentes en el espectro académico, artístico y de gestión son Gloria Anzaldúa, Mariana Alvarado, Anne Fausto Sterling, Judith Butler, Amartya Sen, Gayatri Spivak, Maggie Nelson, Sally Mann, Ana Mendieta, Karen Miranda Rivadeneira, Galina Kurlat, Gabriela Rangel y creo que ya no voy a hablar de más personas aunque seguro se me escapan nombres relevantes para mi formación.
Fotografías de la serie Ceguera
–
Fotografías de la serie Ritos en Canelos
–
Fotografías de la serie Estela
Montaje de las obras en la galería
–
Más información en el sitio web de Yazmeen P. Loaiza
–